martes, 25 de marzo de 2014

El sótano rojo


     Siempre hay un sótano. No vives en él, pero a veces lo visitas. Yo lo hago. A veces por gusto, otras por accidente. Siempre es igual, y siempre diferente. Hace poco cai en el sótano rojo. Ya lo conocía. Allí viven los enfermos, los sincara, los que Andan.



   Oscuro, con las paredes rojas, el suelo rojo. Baldosines fríos. Helados. Los sincara caminan por allí como espantapájaros, con sacos blancos sobre sus cabezas. Son mejores que los que Andan. Al menos, los sincara no gritan, sólo deambulan. En el fondo, todos me dan igual. Los que Andan ya no deberían andar. Chillan y lloran. Tienden hacia mí sus brazos podridos y sanguinolentos, con uñas rotas y piel cosida de la que gotea la sangre en ocasiones. Me chillan a mí, y me lloran a mí. Ha sido Yo quien les ha echado allí, por eso protestan. Pero están allí por algo, no puedo sacarles. Pero también debo recordar porqué están allí, por eso les miro y no me dejo dejar de oírles.

    A veces, están tirados en el suelo. Su ropa blanca está muy sucia, de marrón y rojo. Me gusta mancharme los dedos en las manchas y pintar en las paredes. Se vuelve negro. La pintura gotea y las letras y caras chorrean creando fantasías grotescas, huecos en la paredes que dan a otros pasillos, siempre llenos de gritos. Los sincara manotean en esos huecos, pero no pueden llegar hasta mí. Anónimo no les dejará jamás tocarme. Aún así, cambian de pasillo y ahora deambulan por éste, mientras los que Andan se arrancan la piel que les cuelga y se levantan una y otra vez. Da igual lo mucho que caminen, no importa que cambien de pasillo. El sótano rojo no tiene puertas, ni ventanas, ni salidas. Sólo caes allí. No hay manera de entrar, ni de salir. Sólo Yo te hace caer allí, y Yo te hace subir otra vez. Y sólo yo subo o bajo. No ellos. Ellos deben permanecer allí.

Anónimo me estrecha el hombro. Es hora de subir. Le sigo. A veces bajo con otros amigos al sótano rojo, ellos también subirán conmigo. Los enfermos se quedan allí. Ni siquiera se dan cuenta de que desaparezco, yo también les doy igual a ellos y no se acuerdan de mí, ni son conscientes de mi más que cuando bajo. A veces creo que ellos piensan que existen.

No hay comentarios:

Publicar un comentario